miércoles, 9 de marzo de 2011

SINDROME DEL EMPERADOR.

  • ¿Qué es el síndrome del emperador?

     Definimos el síndrome del emperador como el maltrato que algunos niños y adolescentes ejercen sobre sus padres. También, puede darse en personas adultas, pero es menos frecuente.
     Hay que distinguir entre el maltrato psicológico y el físico.
El maltrato psicológico se realiza mediante desprecios, ironías, insultos, ridiculizando a los padres, riéndose de ellos o haciéndoles sentir malos padres y culpables de sus fracasos y desgracias.
Este tipo de maltrato también se realiza a través de intimidaciones como amenazar con ponerlos en evidencia delante de otras personas o con ridiculizarlos en lugares públicos. Por otro lado, nos encontramos ante el maltrato físico que es el caso extremo de síndrome del emperador.
     Ante esta situación los padres no saben cómo actuar ni dónde pedir ayuda, sienten miedo de sus propios hijos y no saben cómo protegerse de ellos. Normalmente, es algo que tratan de ocultar, en ocasiones para proteger a sus hijos y, otras veces, por vergüenza o por sentimiento de culpa.        Este tipo de comportamiento, por lo general, suele ser la consecuencia directa de algún tipo de problema psicológico, de carencias educativas o de una mayor permisividad social.

  • Causas que lo originan:                                                                    
     Carencias educativas. La ausencia de normas en la familia o el incumplimiento de las mismas, una educación excesivamente permisiva, no corregir conductas inapropiadas y la falta de autoridad de los padres, son factores que favorecen el desarrollo del síndrome del emperador en los hijos.

- Temor a los propios hijos y a sus reacciones. Cuando los niños son pequeños hay ocasiones en las que los padres ceden a sus caprichos por temor a sus reacciones. En ellos prima el deseo de evitar una rabieta, un enfado o una discusión frente al esfuerzo de imponerse y educar. De esta forma, son los niños quienes empiezan a dominar las situaciones.
- Carencia de criterios morales. Se trata de niños que no se plantean si lo que hacen está bien o mal, no tienen empatía, son egoístas porque no les importa lo que puedan sentir sus padres, no sienten compasión por los demás, sólo buscan su bienestar y satisfacer su deseo más inmediato. Estos niños han recibido un tipo de educación carente de criterios morales, por lo que es muy difícil que en ellos nazca el sentimiento de culpa. No obstante, no podemos olvidar que la moral se adquiere pero que gran parte de ella es algo innato al ser humano.
- Mayor permisividad social. Tanto en el colegio como en la sociedad los profesores y nuestros mayores se sienten prácticamente sin autoridad, se siente incapaces de imponerse y conseguir que la convivencia sea llevadera en las aulas o incluso en las calles. Actualmente somos víctimas del acoso escolar en las aulas y del botellón en las calles.

  • Cómo evitarlo:
     Los hijos necesitan que les guíen en su comportamiento y formas de actuar. Necesitan que les marquen unas directrices para aprender a distinguir lo que está bien de lo que está mal. Se empieza con detalles más pequeños como desobedecer a la hora de irse a la cama, de regresar a casa, de "hacer el cuarto", para continuar teniendo comportamientos negativos en temas más serios como faltar el respeto a los padres, imponer sus deseos, conseguir de los padres todos sus caprichos, etc.
En casos extremos, si no se corrigen este tipo de conductas pueden dar lugar a conductas futuras más agresivas.
      Hay que poner límites a los hijos y saber decirles "no" sin temor a que eso origine una disputa.
No podemos permitir que no cumplan con lo establecido, ellos tienen unas mínimas obligaciones que cumplir y los padres son los encargados de hacer que las cumplan.
En caso contrario, los padres perderían todo tipo de autoridad y, probablemente, se llegaría a la falta de respeto. Es importante tener una visión de futuro y si observamos que nuestros hijos tienen comportamientos tiranos con nosotros o con los demás no debemos permitirlo. Ese tipo de actitudes no se corrigen solas, tenemos que intervenir para evitarlas, de lo contrario tan sólo conseguiremos que nuestros hijos sean unos auténticos maltratadores.
     No obstante, no podemos culpar siempre a los padres de estas situaciones. Los niños con síndrome del emperador no son simples niños malcriados, aunque a veces se confundan estos términos.
     Los jóvenes que padecen este síndrome no sienten como los demás las emociones morales y aunque la educación tiene un papel muy importante, no hay que olvidar que estos niños tienen unas deficiencias emocionales de carácter biológico.
     Por eso el papel de los padres se hace muy complicado y en muchas ocasiones es necesaria la ayuda de profesionales.

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